Esta mañana me ha llegado un whatsapp de un amigo, con el que integro en la Parroquia un grupo de oración y de colaboración en el Plan Diocesano de Evangelización, que ha programado el Arzobispo Carlos Osoro. En el whatsapp un vídeo muy bonito invitándonos a unirnos a las 13:00 horas con el Santo Padre en una oración común por la PAZ. ¡Qué maravillosos efectos tiene la oración! Me he apresurado a enviárselo, antes de que llegase la hora indicada, a una serie de amigos y familiares, para, de esa forma, poder estar todos unidos con un mismo deseo: la Paz.
Me gusta poner siempre la palabra Paz con mayúsculas, pues, creo que Paz es el resumen de todos los bienes que podemos alcanzar los hombres en esta vida. La Paz no es solamente una situación en que la guerra esté ausente. Es más. La Paz es la felicidad completa, fruto de un bienestar que los seres humanos sentimos cuando vivimos en armonía con la naturaleza, con los demás, con nosotros mismos y con Dios. No es, pues, nada fácil vivir y disfrutar la Paz, ya que siempre hay alguna nota que desentona en la armonía que debemos vivir en esos planos indicados. Siempre tenemos que estar alerta y luchar por conseguir la Paz, pues, siempre nos falta algo en alguna de esas relaciones que hemos descrito.
La Paz no sólo conlleva felicidad, sino también Salud. Salud material y espiritual, de todos los bienes. Eso es lo que implica y significa el saludo de los árabes, el "salamalec".
La Paz comporta, también, justicia. Paz es lo que está bien; en contraposición a lo que está mal. Dice el profeta Isaías, "No hay paz para los malvados" (48,22), sin embargo, "ved a hombre justo: hay una posteridad para el hombre de paz" (Salmo 34,15). La paz es el cúmulo de todos los bienes que implica la justicia: "Tener una tierra fecunda, comer hasta saciarse, vivir en seguridad, dormir sin temores, triunfar de los enemigos, multiplicarse, y todo en definitiva porque Dios está con nosotros" (Lev 26, 1-13). Vemos, ahora, cómo la Paz no es una mera ausencia de guerra, sino plenitud de dicha.
Pero, para los cristianos la Paz es todo eso y, además, se encuentra y descubre en una persona: Jesucristo. Cristo nos descubre que la Paz no es sino la salvación, la plenitud que Dios nos ofrece en Cristo Jesús. Él es nuestra Paz, Él es nuestra salvación. Cristo es nuestra paz, pues, en Él Dios "reconcilió a los dos pueblos uniéndolos en un solo cuerpo" (Ef 2, 14-22), "reconcilió a todos los seres creados consigo, tanto a los de la tierra como a los del cielo, haciendo la paz por la sangre de su Cruz" (Col 1,20). Estamos, todos, unidos en Paz, en un mismo cuerpo, en Cristo Jesús. La Paz, Cristo, reina en nuestros corazones, gracias al Espíritu que crea en nosotros un vínculo sólido, el vínculo de la Paz.
